Cuando hablamos
de educación, siempre pensamos en niños en un salón de clases, con una maestra
que les enseña no sólo los contenidos que deben pasar, sino que también les
enseña valores, conductas, actitudes, sólo con el ejemplo que ella impone en
sus prácticas. Pero lamentablemente lo que vemos en nuestros salones son niños
que no presentan ninguna motivación por aprender, y una profesora que no les
presenta desafíos a los niños a los que les intenta enseñar. Vemos a docentes
que magnifican sus juicios valóricos, presentan grados de molestia ante las
preguntas que hacen los alumnos, exponen a los niños frente al error, utilizan
los libros guía del docente como la clase en lugar de utilizarlos como apoyo o
guía de uno de los puntos de la clase, no manejan los contenidos que enseñan,
no hacen planificaciones de sus clases, las mismas clases no tiene un inicio,
un desarrollo y un fin, no presentan objetivos, y otras tantas características
que hemos observado en nuestras prácticas profesionales, y nos hemos
sorprendido al compartir experiencias y
ver que esta realidad se repite en los salones de clases, y si generalizamos,
quizás podríamos observar esta realidad a nivel país. Por supuesto, existen
excepciones, pero lo triste es que son minorías de profesores los que motivan,
crean un ambiente o clima de aula que propicia el aprendizaje, le dan valor a
la tarea, buscan en el error aprendizaje, desarrollan estrategias de regulación
y control de las emociones, y saben y le dan gran importancia a que el
aprendizaje del niño solo se logra mediante la realización de actividades que
estén enfocadas a todos los factores que influyen en el aprendizaje y comprensión
de los contenidos, haciéndolo interesante y despertando la curiosidad del
alumno. El problema de todo y lo que pasa realmente en nuestro país es que los
profesores están perdiendo lo más importante de su carrera: la vocación. La
sociedad desvaloriza la profesión docente al expresar oraciones como “es la
carrera más fácil” “no me alcanzó, seré profesor”, y una serie de frases por el
estilo que desmotivan al profesor a hacer las cosas como debe, y que provoca
que el profesor caiga en las mismas malas prácticas que él criticaba.
Esta realidad
nacional, nos lleva a la contextualización de lo que está pasando ahora con la
educación, vemos distintas formas de expresión en la que el ciudadano exige lo
que merece: una educación de CALIDAD, independiente del grupo social en que
esté, y esta petición no se enfoca solo a eso si la analizamos, se enfoca en
que los profesores enseñen motivados y así motiven a sus niños, que se rompan
las cadenas que nos atan a una educación con un foco de “los ricos serán
empresarios y exitosos” y “los pobres son mano de obra”, que haya un REAL
cambio social empezando desde lo más importante que tenemos, que es la
educación. ¿Qué más importante que esto? Nada. Quizás tenemos a profesionales
de la salud, abogados, jueces, policías, etc. Pero ¿quién los forma? ¿Quién es
el que les entrega esas ansias por seguir aprendiendo, el que les despertó la
curiosidad en el salón de clases?, ESA PERSONA es el profesor.
La peor parte se
llevan los alumnos, ya que ellos son quienes obtienen una educación de acuerdo
a “sus posibilidades” comprendidas como el nivel socioeconómico en que se
encuentran. El destino se encadena a sus escuelas, ¿La vocación va según la
ocasión? ¿El trato se compra con el bolsillo?, por lo que hemos observado,
nosotras afirmamos que sí. El “pobre” obtiene una educación en la que les
hablan con desprecio, el deseo de aprender que poseen los niños es asesinado lentamente por un
profesor que si el alumno no sabe la respuesta, es tonto, o les cortan las alas
del aprendizaje al expulsarlos de la sala, no se preocupan ni establecen
relaciones de confianza con sus niños, no cuentan con la infraestructura
necesaria, se hace difícil la producción de material ya que es fácil que se
pierda, o no se utilice, etc. En cambio, en los colegios de mayor nivel social,
no solo cuentan con la infraestructura adecuada o los materiales que necesitan,
sino que también cuentan con un cuerpo docente que está motivado para enseñar y
aprender de sus alumnos, que está siempre enfocado a las necesidades del alumno
y que para ellos no presenta ningún problema si el alumno no entiende, pues
tienen los recursos para que el alumno aprenda de la manera que el necesita.
Debemos recalcar nuevamente que esto no se observa en todos los colegios del
país y que en muchos colegios pero no en la mayoría se observan profesores
esforzados y con ganas de enseñar, permitiéndoles a muchos niños del país que
obtengan una educación óptima, de calidad y oportuna.
Entonces, como futuros docentes, ¿Qué debemos hacer al observar
estas malas prácticas en los maestros que enseñan al “futuro de Chile”?, y como
respuesta a esa pregunta podemos decir que necesitamos cambiar desde la sala de
clases para lograr mejorar la realidad nacional. ¿Cómo cambiamos? Mejorando lo
que hacemos con los alumnos, a partir de la planificación de las clases,
realizando actividades con objetivos claros y enfocados al aprendizaje, fomentando
la curiosidad mediante la inclusión de información nueva pero estableciendo interconexiones
de los saberes previos del alumno, etc. Si hablamos de la relación alumno
profesor, debemos crear un clima de aprendizaje en la sala de clases, a los
alumnos hay que hacerles sentir que pueden enfrentar las tareas con éxito,
orientándolos en la búsqueda de los medios para superar sus errores. También
hacerles tomar conciencia de sus dificultades y mediante una retroalimentación
encontrar las soluciones a estos y otros problemas. Por todo esto consideramos,
que al momento de reflexionar sobre que método es más efectivo para llevar a
cabo en nuestras futuras salas de clases y con nuestros futuros alumnos , la
respuesta de ambas fue , método constructivista, ya que, por lo ya expuesto
ambas como futuras educadoras queremos contar con alumnos con pensamiento
crítico , alumnos activos, que comprendan la
información, la puedan replicar y le den
una construcción más significativa en la interacción social , alumnos
que den un real significado a lo aprendido, alumnos
que le den énfasis no a tener conocimiento de cuanto saben, si no que cuanto
comprenden, para así generar un real significado no tan solo en los años de
colegiatura si no que también en los años de vida. La educación en Chile pretende
mejorar es por esto que debemos adecuarnos y nosotras como futuras educadoras
somos principales protagonistas de este cambio, de nosotras dependen muchos
factores para propiciar un aprendizaje óptimo, somos agentes educativos. Así
como dicen las políticas de educación de enseñanza el marco curricular pretende
que “el
aprendizaje debe tener lugar en una nueva forma de trabajo pedagógico, que
tiene por centro la actividad de los alumnos, sus características y
conocimientos previos. Centrar el trabajo pedagógico en el aprendizaje más que
en la enseñanza exige, adicionalmente, desarrollar estrategias pedagógicas
diferenciadas y adaptadas a los distintos ritmos y estilos de aprendizaje de un
alumnado heterogéneo, y reorientar el trabajo escolar desde su forma actual,
predominantemente lectiva, a una basada en actividades de exploración, búsqueda
de información y construcción de nuevos conocimientos por parte de los alumnos,
tanto individual como colaborativamente y en equipo. Por último, el aprendizaje
buscado se orienta en función del desarrollo de destrezas y capacidades de
orden superior (tales como descripción, clasificación, análisis, síntesis,
capacidad de abstracción, y otras especificadas en cada sección de los
Objetivos Fundamentales), a través del conocimiento y dominio de unos contenidos
considerados esenciales para constituir el núcleo cultural común de las nuevas
generaciones del país”. En
conclusión, debemos asumir un real compromiso con nuestra carrera, con nuestros
alumnos, con nuestras creencias y con nuestro país, realizar todo esto desde el
corazón, hacerlo desde la vocación de profesor, para nuestros niños, para
mejorar nuestro futuro y de las generaciones que están en camino.
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